jueves, 9 de abril de 2015

Todavía queda vacío por resolver

Podría jugar a las mentiras.
Hoy es catorce de noviembre. Hace mucho frío y estoy sola en casa. La tetera lleva dos minutos y suena Arctic Monkeys de fondo.
Podría sentarme y seguir leyendo un libro. Y de pronto... que suene el timbre. Abrir la puerta y que ahí estés tú, impasible y con mirada segura.
Sorprendida, invitarte a un té con el agua ya hirviendo. Nos sentamos y platicamos como si nada. Todo risas con el hielo a medio romper.
Podría sacar valor e invitarte al sofá para ver una película.
Podrías decirme que sí.
Y entonces me acurruco a ti con el frío de excusa, "El té no me es suficiente".
Y tú, conociéndome de sobra y viéndome desnuda más veces que yo misma, me dices que no hacen falta palabras necias. Y yo responderte: Es tu frío el que no quería.
Podrías entonces empezar a jugar con tu dedo haciéndome dibujos en la cadera, y mandar a la mierda a la cobardía, porque la ropa pide a gritos ser echada. Y vuelves a besarme como si no hubiera mañana mientras me llevas a mi cuarto. Podrías mirarlo con nostalgia y decirme que me necesitas, que mi ausencia te trata como un oleaje enfadado y sin piedad.
Y yo lloro y te beso como respuesta.
Podrías desvestirme. Podríamos hacer el amor. Con calma y sin calma. Después, observarnos al natural, diciéndote que eres lo más bello que he tenido en mi.
Podríamos reírnos y volver a lo que éramos.
Podría no estar jugando a esto.
Podrías hacerlo realidad.

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