'No entres en mis sueños que los haces pesadillas'.
No entres en mis sueños que es la única manera de verte
y no me da la gana volver a una realidad en la que tú ya no existes.
Que te pienso el noventa y cinco por ciento de mi tiempo.
Es la primera vez que siento que mis sueños reflejan lo que realmente quiero:
VERTE.
Eres mi nudo constante. Mi pasado sin ganas de marchitarse.
Y qué le hago si nunca había visto unos ojos que me observaran con tanto amor.
Que me abrazabas con la mirada y tu olor me transportaba a doscientos lugares que quiero conocer.
Y tus caricias me hacían ganas de quedarme en este mundo de mierda porque eras tú quien lo observaba conmigo.
Soñé que nos veíamos, y nos preguntábamos mutuamente si nos molestaba estar en el mismo lugar. Te decía que no. Podía sentir en mi sueño mi respiración entrecortada y mi corazón corriendo como si no hubiera mañana.
Te observaba con los ojos chiribitas.
Hablamos. Me confesé.
Extrañaba el sonido de tu voz y tu mirada tan directa que era imposible no pensar que me desnudabas los pensamientos uno a uno.
Echo de menos todo de ti, pero soy consciente de que no nos merecemos.
Algún día te dejaré en paz, lo prometo.
Mientras tanto déjame seguir reteniéndote entre frase y frase.
Es lo único que me hace sentir que no estoy loca y que tuve entre mis brazos a la persona que más llegué a querer en mi vida.
No entres en mis sueños que es la única manera de verte
y no me da la gana volver a una realidad en la que tú ya no existes.
Que te pienso el noventa y cinco por ciento de mi tiempo.
Es la primera vez que siento que mis sueños reflejan lo que realmente quiero:
VERTE.
Eres mi nudo constante. Mi pasado sin ganas de marchitarse.
Y qué le hago si nunca había visto unos ojos que me observaran con tanto amor.
Que me abrazabas con la mirada y tu olor me transportaba a doscientos lugares que quiero conocer.
Y tus caricias me hacían ganas de quedarme en este mundo de mierda porque eras tú quien lo observaba conmigo.
Soñé que nos veíamos, y nos preguntábamos mutuamente si nos molestaba estar en el mismo lugar. Te decía que no. Podía sentir en mi sueño mi respiración entrecortada y mi corazón corriendo como si no hubiera mañana.
Te observaba con los ojos chiribitas.
Hablamos. Me confesé.
Extrañaba el sonido de tu voz y tu mirada tan directa que era imposible no pensar que me desnudabas los pensamientos uno a uno.
Echo de menos todo de ti, pero soy consciente de que no nos merecemos.
Algún día te dejaré en paz, lo prometo.
Mientras tanto déjame seguir reteniéndote entre frase y frase.
Es lo único que me hace sentir que no estoy loca y que tuve entre mis brazos a la persona que más llegué a querer en mi vida.