sábado, 18 de noviembre de 2017

Elije la verdad.

Ojalá me lloraras.
Ojalá estés loco.
Y yo,
que siempre intento hablar de amor libre, 
no te dejo ir
(Pero no estás)
Y tú,
que cerraste toda puerta en mi cara,
sin piedad,
te asomas para saber cómo estoy.
Estoy mal, 
a no ser que te pille observándome.
Porque nunca dejaré que entiendas
que los cristales resisten
pero también se rayan.
Si algún día decidieras dejar de ser cobarde, 
aquí estaría para decirte que nunca me fue mejor en la vida, 
aunque en el fondo querría que te quedaras.
Llegas, 
y afirmo que me quiero mucho para observarte ahí. 
Que no me quiero tanto si te dejo seguir estando.
Mi boca y mis ojos empezarían a llevarse mal, 
y a saber quién ganaría esta contradicción de sentimientos en las que te grito:
¨Te lloré al principio¨ 
(Pero te lloro hasta hoy en día)
¨Me va todo estupendamente¨ 
(pero las noches siguen siendo para recordarte)
¨Casi me vuelvo a enamorar¨ 
(Pero me arrimaba a otras lenguas poniéndoles tu cara)
¨Paso hace mucho, ¨¿cómo te voy a seguir odiando?¨ 
(Ojalá te crujan los dientes al verme mejor que antes)
¨No seas egoísta, no me vuelvas a buscar¨
 (Moléstame hasta que cierres los ojos)
¨Fuiste un hijo de puta¨ 
(Aún te quiero)
No te olvidé, amor 
(Pero te odio)

Creaste un infierno donde me sentí querida
pero ya es hora de regresar a casa.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Colmaste el vaso.

Ya te lloré hasta hundir mi alma
Ya te dediqué insomnios
(olvidándome de soñar)
Ya me rompiste el corazón mientras me cortaba intentando arreglarlo.
Ya no soy cobarde, ni valiente, ya te dejé estar. 
No busco tu saludo, tu reclamo, tu perdón...
Me dejaste con la espinita y no quiero que me la saques,
me acostumbré a vivir con ella.
Así que no te aparezcas sin más, 
hace tiempo que dejé de creer en fantasmas con cuentas pendientes.             
Lo tuyo fue abandono, 
lo mío supervivencia. 

jueves, 2 de noviembre de 2017

Otoño en mi pecho

El otoño es un hogar a puertas cerradas,
sin visitantes
para que no se den cuenta de que vives aquí,
en mí.
En donde cada hoja seca
es pisoteada sin querer
(pero sigo)
y en ese césped donde me recuesto
me dedico a buscar un abrazo que ya no está.
Vuelvo a escuchar tu risa tímida
mientras el viento llora por no verte,
sabe que floreciste en mi pecho por cada vez que me dabas la mano.
Cómo te digo, mi pequeña,
que descubrí un mar en calma en tu mirada
por el que nadaría sin merecerlo.
Llegué tarde
y aquí me quedo,
en esta estación
acompañada de cada carta que me envías
y un café no muy dulce
esperando a que terminen las demás estaciones
para permitirme sentir(te)
otra vez.